El brinco que dio la recaudación tributaria tras la aprobación de la reforma fiscal de 2018 tocó su techo. La subida en los ingresos del Gobierno por impuestos —que llegó a situarse por encima de los dos dígitos en 2021 y 2022— se aplana poco a poco a poco, asegura el Ministerio de Hacienda.
Los ingresos por impuestos llegaron a crecer hasta un 31,1% interanual en septiembre de 2021 y hasta un 16,4% en el mismo momento de 2022; sin embargo, este año es solo de un 2,9%.
La reforma fiscal de 2018 fue el mayor cambio tributario del país en lo que va del siglo XXI. Entre otras cuestiones, instauró el Impuesto al Valor Agregado (IVA) en lugar del viejo Impuesto de Ventas; y modificó el Impuesto sobre la Renta, para imponer tributos sobre las ganancias de capital, por mencionar algunas de sus enmiendas más significativas.
La llegada a este punto máximo de rendimiento de la reforma fiscal se hizo esperar. Si bien el grueso sus reformas empezaron a regir desde el año 2019, la pandemia de covid-19 y su impacto sobre la economía mermó los resultados iniciales de los cambios regulatorios e hizo que la gran mayoría de sus ellos se hicieran evidentes hasta los resultados posteriores a aquel fatídico 2020.
Hacienda reconoce esta tendencia numérica de nueva estabilidad. Según indicó el ministro Nogui Acosta, estas cifras ahora plantean nuevos retos, en medio de un contexto en el que hay una alta demanda de servicios sociales pero “nadie quiere pagar más impuestos”.
Entidades como el Fondo Monetario Internacional (FMI) han girado recomendaciones para mejorar el sistema tributario costarricense y que la Hacienda pública pueda captar más recursos. Sin embargo, no hay mayor apertura. Por ejemplo, tras la última visita de la misión del organismo al país para la evaluación de las dos operaciones crediticias activas entre ambas partes, ese grupo recomendó al país replantearse las exoneraciones de renta sobre el salario escolar y sobre el aguinaldo. Sin embargo, apenas pasaron unas pocas horas para que algunos diputados avisaran de su negativa a cualquier intento en esa línea. No parece haber espacio político y el propio Gobierno así lo considera.
Reto para Hacienda
El hecho de que la recaudación de impuestos ya tocó su techo es una realidad que, según el propio Ministerio de Hacienda, implica múltiples retos para esa cartera.
El primero, indicó el ministro Acosta, es evitar la tentación de que se erosione lo avanzado; es decir, que se generen nuevas exoneraciones o cambios legales tendientes a reducir la masa tributaria alcanzada.
“La reforma fiscal, ya lo estamos viendo en la recaudación, se nos agotó. Crecerá algo muy marginal; pero si los diputados siguen haciendo huecos y siguen haciendo cosas, vamos a estar fregados”, indicó Nogui Acosta, entrevistado por EF.
La recaudación tributaria del país alcanzó los ¢4,6 billones en 2018 (antes de la reforma), pero para cerró representado ¢6,3 billones en 2022 y, a falta de tres meses para cerrar el año, ya llevaba ¢4,8 billones (unos ¢133.000 millones más que hasta el mismo punto del año pasado).
El ministro de Hacienda considera que ese camino no debería desandarse, aunque ve señales de ello en decisiones que recientemente tomaron los diputados de la Asamblea Legislativa.
“Yo me siento como Keylor Navas en la selección, tratando de atajar todos esos goles que quieren meter los diputados, de rebajar la recaudación”, afirmó, refiriéndose directamente a algunas decisiones de los congresistas en las últimas semanas.
Citó el plan de rebaja del Impuesto sobre la Propiedad de Vehículos, la reforma a la Ley del Impuesto sobre la Renta que ahora cerró el portillo para cobrar el tributo por ganancias pasivas en el exterior ganadas con recursos generados en el país, y el plan recientemente aprobado por los legisladores para exonerar del IVA al Organismo de Investigación Judicial (OIJ). De todos esos proyectos, el Ejecutivo vetó el segundo expediente, pero este fue resellado por los legisladores.
Sin nuevos impuestos
Hacienda sostiene que el país todavía está lejos de vivir una época de bonanza y que, más bien, apenas empieza a reducir su acumulado de deuda para pensar en un futuro económico más holgado.
Por eso, decía Acosta, es que las cifras de la Hacienda pública se ven mucho más saludables de lo acostumbrado, pero se mantiene una austeridad alta que no permite hacer mayores despliegues económicos en momentos de crisis en campos estratégicos como educación o seguridad.
Acosta incluso considera que el país debería replantearse su oferta de servicios sociales y hacer aquellos que decida priorizar más eficientes, pues está claro que en el país no hay apertura para subir de nuevo los ingresos por la vía tributaria. Ni siquiera agradan a la clase política las recomendaciones de organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), a pesar de su influencia actual sobre el país y su economía.
Esta entidad financiera giró una serie de consejos al país, tras la última visita de su equipo técnico, en el marco de las dos operaciones crediticias que mantienen ambas partes. Entre ellos, mencionó planteamientos como “reconsiderar” las exoneraciones actuales del Impuesto sobre la Renta del aguinaldo y el salario escolar (que reciben los trabajadores del sector público).
Según el Fondo, estas son exenciones “ineficientes, inequitativas y costosas”. Sin embargo, no se hicieron esperar expresiones de rechazo.
La diputada Johana Obando, del Partido Liberal Progresista (PLP), por ejemplo, avisó inmediatamente de que su fracción ”nunca” permitiría que “continúe la voracidad fiscal del Estado, alimentada por recomendaciones de organismos internacionales”. Por otra parte, su compañero de fracción, Diego Vargas, añadió que no apoyará “jamás” la aprobación de más impuestos y “menos al aguinaldo de los trabajadores”.
Otras medidas
Al ministro de Hacienda no le sorprenden este tipo de declaraciones por parte de los diputados.
Por el contrario, Acosta dice estar consciente de que en el país “nadie quiere pagar más impuestos”, a pesar de que él mismo considera que se debería plantear un debate para instaurar un sistema de renta mundial e implementar el Impuesto Mínimo Global como el que propone la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).
Por ahora, plantea, hay otras salidas mediante las que se podrían buscar más recursos en los próximos años, al mismo tiempo que se restringe el gasto para no caer en nuevos desajustes financieros, como los que ya obligaron a aprobar la reforma tributaria de 2018 y evitar problemas de liquidez para el pago de la deuda pública.
Entre ellos, indicó que Hacienda debe trabajar con mayor ahínco en el cobro de deudas de contribuyentes que, según estima la cartera, ascienden hasta a los ¢321.000 millones.
Asimismo. considera esencial dejar operando activamente el programa “Hacienda Digital”, para el que se aprobó un financiamiento de más de $150 millones con el Banco Mundial, antes de finalizar su gestión. De este modo, sostiene, se espera que sea más fácil para el contribuyente pagar sus impuestos y para las autoridades de Tributación revisar el cumplimiento.
Hacienda impulsa también en la Asamblea Legislativa un plan de ley para instaurar un sistema de renta global dual, así como otro para eliminar algunas exoneraciones menores del IVA. Sin embargo, el discurso de Acosta con estos proyectos ya es todo menos entusiasta.
El jerarca dice que son proyectos técnicamente correctos y que harían del pago de impuestos un proceso más justo, pero que afortunadamente hoy no son urgentes. “En la vida tenemos que ser honestos con nosotros mismos, y esos proyectos yo los mandé porque es el camino correcto, no porque los ocupe”, aseveró.