La declaración del Impuesto al Valor Agregado (IVA) puede ser un verdadero dolor de cabeza para las empresas.
Lo peor de todo, es que la confusión y el estrés que genera el pago de impuesto puede traducirse en multas económicas y otro tipo de sanciones y afectaciones, como por ejemplo la afectación en el flujo de caja y cierres temporales del negocio.
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