Un análisis del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE) de la Universidad de Costa Rica (UCR), divulgado este jueves, revisa a la baja la proyección de crecimiento económico del país.
Según el informe, se observa un menor dinamismo en el primer trimestre de este año y hay expectativas moderadas para el segundo.
Para este 2025, la investigación proyecta un crecimiento anual que se ubicará en un rango de entre un 3,1 % y un 3,7 %. Este resultado es inferior al ritmo de crecimiento del 4,3 % que registró la economía costarricense al cierre del año anterior.
El régimen especial, que incluye zonas francas, perfeccionamiento activo y el devolutivo de derechos, será el sector que impulse la economía, pese a las tensiones en torno a los aranceles impuestos por Estados Unidos a las exportaciones del país.
El análisis pronostica que este sector crecerá a un ritmo del 7,7 %, reflejando un dinamismo exportador de productos eléctricos y electrónicos, equipo médico, productos químico-farmacéuticos, plásticos y metalmecánica.
Sin embargo, ante la incertidumbre actual en torno a las medidas arancelarias, no es posible saber si las dinámicas de los sectores exportadores se mantendrán durante el resto del año. Especialmente porque, de consolidarse algún arancel, algunos de estos sectores podrían crecer menos y reducir su aporte al crecimiento de las exportaciones y del régimen especial.
Por su parte, se pronostica que el régimen definitivo, que incluye la demanda interna, así como las empresas que exportan fuera del régimen especial, crecerá apenas a un ritmo del 2,7 %, un dato que refleja el comportamiento de los trimestres previos, con un consumo moderado por parte de los hogares: las familias están comprando bienes y servicios en proporciones menores a las que lo hacían en años anteriores.
Esta baja en el consumo se suma a un crecimiento limitado de la inversión y a un gasto por parte del Gobierno que apenas aumentó.
En cuanto al nivel general de precios, el estudio evidencia presiones inflacionarias al alza. La inflación subyacente aumentó y superó, por primera vez en el año, a la inflación general, lo que permite proyectar incrementos en los precios de bienes y servicios no volátiles.