Perspectivas económicas para el 2026: El país muestra mejora sostenida en su perfil fiscal

En un contexto internacional marcado por una desaceleración económica global, mayor incertidumbre geopolítica y un giro hacia políticas más proteccionistas en Estados Unidos, Costa Rica enfrentará en 2026 un escenario retador que exigirá decisiones estratégicas tanto del sector público como del privado.

Así se desprende del análisis presentado el economista Rodrigo Cubero de CEFSA durante el encuentro “Panorama económico y perspectivas para 2025-2026”, en el que se abordaron las principales tendencias globales y su impacto sobre la economía nacional.

El entorno externo continuará siendo determinante para el desempeño económico del país, considerando que Estados Unidos es el principal socio comercial de Costa Rica, así como la mayor fuente de turismo e inversión extranjera directa.

Las nuevas políticas económicas en ese país presionan al alza la inflación y las tasas de interés, al tiempo que moderan su crecimiento, lo cual tendría efectos directos sobre las exportaciones, el turismo y los flujos de capital hacia economías como la costarricense. 

El análisis evidencia que la economía nacional mantiene un comportamiento desigual. Mientras las actividades vinculadas a las zonas francas, especialmente la manufactura avanzada y los dispositivos médicos, continúan mostrando dinamismo, la economía interna, que representa cerca del 85% de la producción, crece a un ritmo mucho más lento.

“El principal reto que tendrá un nuevo Gobierno es, sin duda, estimular el crecimiento económico fuera de las zonas francas. Es muy importante generar una agenda que genere mayor competitividad. 

Esto implica bajar los costos de producción, a su vez implica bajar las cargas sociales, implica abrir el mercado eléctrico para bajar las tarifas, implica mejorar la infraestructura y en general hay que hacer una serie de reformas para bajar el costo del crédito en Costa Rica”, explicó Cubero.

Sectores como la construcción, la agricultura y parte del comercio siguen mostrando debilidad, reflejada en una menor inversión, bajo crecimiento del crédito y un mercado laboral que presenta señales de fragilidad, con una reducción en la población ocupada y una menor participación laboral.

 

A ello se suma un tipo de cambio real apreciado, que ha afectado la competitividad de las exportaciones, el turismo y la producción que compite con importaciones, limitando el potencial de crecimiento económico y generación de empleo. 

De cara al próximo año, el país enfrentará una serie de retos estructurales y coyunturales que marcarán la agenda económica:

•    Menor ritmo de crecimiento económico, tanto en la economía interna como en las zonas francas, influido por el entorno externo adverso, la apreciación cambiaria y la incertidumbre asociada al proceso electoral.

•    Persistencia de una inflación muy baja, por debajo de la meta del Banco Central, lo que podría generar riesgos de posposición del consumo y la inversión, así como presiones sobre el empleo.

•    Condiciones financieras restrictivas, que continúan limitando el crecimiento del crédito al sector privado y la reactivación económica.

•    Pérdida de competitividad cambiaria, con efectos negativos sobre exportaciones, turismo y sectores productivos locales.

•    Escasez de mano de obra calificada, particularmente en manufactura avanzada, servicios especializados y sectores intensivos en conocimiento.

•    Aumento de la inseguridad y el descontento social, factores que impactan el clima de negocios y la confianza de consumidores e inversionistas.

•    Presiones fiscales y políticas, que podrían debilitar la regla fiscal y afectar la confianza de los mercados y el respaldo de organismos internacionales. 

Entre los principales riesgos externos se identifican posibles mayores tasas de interés internacionales, choques geopolíticos que afecten los precios de materias primas y fletes, así como un impacto mayor de las políticas proteccionistas estadounidenses sobre el comercio y la inversión.

No obstante, Costa Rica mantiene fortalezas relevantes. El país conserva condiciones macroeconómicas relativamente favorables, una mejora sostenida en su perfil fiscal y un sistema financiero sólido. Además, existen oportunidades importantes para atraer inversión y diversificar la producción en sectores como servicios basados en conocimiento, inteligencia artificial, logística, semiconductores, agroindustria y agricultura regenerativa.

 

El análisis subraya que, en un entorno global más fragmentado y competitivo, la capacidad de adaptación, innovación y diversificación será clave para que las empresas y la economía costarricense logren enfrentar con éxito los desafíos de 2026 y sentar las bases de un crecimiento más sostenible e inclusivo.



Participá en la conversación

Dejá tu Comentario

Para agregar comentarios debe iniciar sesión.