Aprender a convivir —y en algunos casos sobrevivir— con un tipo de cambio relativamente bajo encabeza los principales retos que el 2024 pondrá sobre los hombros de los grupos más vulnerables al riesgo cambiario, como lo son el sector exportador, el turístico y las zonas francas.
Estas industrias enfrentan un escenario particular: su propio éxito —aunque no sea generalizado— probablemente sume fuerzas hacia la baja en la cotización del dólar, un fenómeno que deja ganadores y perdedores.
El Financiero consultó a representantes de los grupos más dolarizados qué tienen en su arsenal para sobrellevar un 2024 que, si bien ya no debería experimentar una caída fuerte, plantea desafíos importantes en la supervivencia de algunos sectores tradicionales. Para este reportaje se tomará en cuenta lo que cada sector puede hacer desde su trinchera, no necesariamente lo que el Banco Central de Costa Rica (BCCR) o demás entidades generadoras de políticas públicas puedan cambiar.
Lejos de su techo
Este año el tipo de cambio inició con un precio ligeramente mayor a los ¢520, un nivel que no se veía desde febrero de 2014, prácticamente una década atrás. Este precio respondió, principalmente, —aunque entre otras razones— a una abundancia de dólares nunca antes vista que inundó las ventanillas cambiarias en 2023. El mayor flujo de la divisa provocó una disminución del 12% en el tipo de cambio durante el año, la más grande desde que el país utiliza el Mercado de Monedas Extranjeras (Monex) para cotizar el dólar (finales de 2006).
Si bien para 2024 no se espera una caída de esas mismas magnitudes, tampoco se observan la suficientes fuerzas como para que el tipo de cambio suba marcadamente, considera Juan Robalino, director del Instituto de Investigación en Ciencias Económicas (IICE) de la Universidad de Costa Rica.
La mayoría de proyecciones de analistas económicos apuntan a un tipo de cambio relativamente estable, pero menor a los ¢575. El puesto de bolsa Mercado de Valores proyectaba en noviembre pasado un rango entre los ¢510 y los ¢560. INS valores, por su parte, subía más la franja: entre ¢560 y ¢572.
Las expectativas cambiarias que mide el BCCR, tanto las de mercado como las de encuestas, apuntan a un incremento menor: en diciembre la expectativa era de un aumento del 2,6% y 3,5%, respectivamente, para los próximos 12 meses. De cumplirse, esto dejaría el dólar en unos ¢540 o menos.
Desde luego, esto no significa que la tendencia no pueda cambiar. Un encarecimiento de materias primas por un choque externo —escalamiento de algún conflicto Internacional, por ejemplo— o una posible escasez en los instrumentos de inversión locales podrían añadir presiones hacia el alza en el precio del dólar. Este último elemento parece ser el más probable, dada la eventual disminución de las tasas de interés en colones que tendrá que hacer el BCCR y la menor necesidad de Hacienda de renovar deuda en dólares.
“Prevemos que una recomposición en la preferencia por el ahorro en moneda extranjera eventualmente debería plasmarse en el comportamiento del tipo de cambio, implicando un precio del dólar más alto del nivel actual”, explica Adriana Rodríguez, gerenta general de Acobo Puesto de Bolsa.
Aún así, el resumen es el siguiente: no se recomienda a las empresas planificar el año con un tipo de cambio sustancialmente más alto al que se tiene actualmente.
Pocas soluciones
Consultas hechas por El Financiero a sectores vulnerables al tipo de cambio —ingresos en dólares y gastos en colones— muestran que es poco lo que estos actores creen que pueden realizar desde sus trincheras para convivir con un dólar comparativamente más bajo.
Arnoldo Beeche, vicepresidente de la Cámara Costarricense de Hoteles, señala tres cambios que considera dolorosos: bajar la calidad de producto, bajar la calidad de servicios y hacer readecuaciones con los bancos.
“No veo más que eso. También está despedir personal, pero nadie quiere llegar ahí”, menciona. Beeche además agrega que estas son alteraciones que podrían ir en detrimento del sector: “Bajar los costos significa deprimir un poco la empresa en tema de valor agregado y el turista lo va a resentir. Si antes comprabas tomate de primera, ahora comprás tomate de segunda, si antes el arroz era 99%, ahora es 95%, pero el problema es que el cliente no se va a llevar la misma buena percepción que antes tenía del país”.
De momento los números de empleo para este sector no se han visto damnificados, incluso cuando el mercado laboral del país se ha vuelto más chico. Al tercer trimestre del 2023 había un 6,4% más de empleados en actividades relacionadas al turismo en comparación con el año anterior y un 3,3% más que en el mismo periodo del 2019, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Rubén Acón, presidente de la Cámara Nacional de Turismo (Canatur), comparte con Beeche que los recortes parecieran ser inevitables ante un dólar bajo. Sin embargo, también agrega que el sector necesita innovar si quiere sobrevivir. “Estamos insistiendo en que tenemos que aumentar la oferta, tenemos que generar innovación porque usted no puede pretender que un turista, ya sea nacional o internacional, venga siempre a los mismos lugares a hacer lo mismo, eso lo tenemos clarísimo”, dice.
Las alternativas que enumera Victor Pérez, presidente de la Cámara de Exportadores de Costa Rica (Cadexco), no distan demasiado de las del sector turismo: postergar o replantear inversiones en el corto y mediano plazo y recortar planillas. No obstante, Peréz agrega una nueva opción que están considerando: negociar los dólares directamente en el Monex. “Así podríamos ganarnos unos ¢3 o ¢4 por transacción y estaríamos más al tanto del mercado cambiario”, dice el representante del sector.
Carlos Wong, presidente de la Asociación de Empresas de Zonas Francas de Costa Rica (Azofras), dice que el país tiene características positivas que le permiten competir en la atracción de inversión extranjera, como el talento humano, el clima de negocios y una buena institucionalidad. Aún así considera que le será más difícil posicionarse si los costos de operación —que ya de por sí son de los más altos de la región— se encarecen todavía más vía tipo de cambio.
José Luis Arce, economista y director de FCS Capital, considera que se va a venir un momento donde los sectores con más riesgo cambiario tendrán que buscar cómo ser más eficientes, pero también tendrán que saber cuándo retirarse de actividades que, por la evolución de la economía costarricense, ya no serán tan productivas como antes.
“Esto es una realidad económica: así como en los noventa dejamos de exportar textiles porque éramos más eficientes produciendo cosas de mayor valor agregado, pues esa historia se va a seguir repitiendo. Ahí la clave va a ser un empresariado activo que se dé cuenta de nuevas oportunidades y sepa cómo aprovecharlas. Y ojalá que el Gobierno pueda crear mecanismos de compensación, especialmente para los más débiles, como en el sector agrícola y en alguna industria pequeña o mediana local, pero que no sea una compensación cambiaria”, menciona Arce.
Aún hay crecimiento
A pesar de la caída en el tipo de cambio, los grupos más dolarizados registraron crecimientos importantes durante este 2023 en comparación no solo con el año que lo antecedió, sino con los niveles que se tenían antes de la pandemia.
Las exportaciones, como un todo, crecieron interanualmente en un 16%, según datos del BCCR a noviembre del 2023, una cifra considerablemente superior al 9% de ese mismo mes del 2022.
En el caso del turismo también se dio una recuperación positiva. A falta de que se oficialicen los ingresos, Canatur calcula que en 2023 se rompió el récord de turistas que entraron al país por vía aérea: alrededor de 2,6 millones, cerca de un 7% más que en 2019.
Consecuentemente, el número de divisas que entraron al país en el tercer trimestre del 2023 experimentó un repunte del 22,51% versus el mismo periodo del año anterior. Este número también es superior en un 10% al que se tenía para el 2019, según los últimos datos disponibles en el Banco Central.
Además, por lo menos con datos hasta el primer semestre del año pasado, el país mejoró ligeramente en el Índice de Satisfacción del Destino en con respecto la prepandemia, según rescató el Instituto Costarricense de Turismo en su reporte para el 2023.
Robalino explica que ese crecimiento que han tenido las exportaciones, el turismo y las zonas francas es, paradójicamente, uno de los factores que más ha contribuido a que el tipo de cambio baje, lo que los hace, en cierta forma, víctimas de sus propios éxitos.
“Cuando un país tiene éxito atrayendo inversiones, creciendo sus exportaciones, teniendo actividades dinámicas productivas vinculadas al resto del mundo, lo normal es que la moneda local se aprecie en términos reales, sobre todo si se le suma un ajuste fiscal”, agrega Arce.
Esto se debe a la mayor cantidad de dólares que entran al mercado costarricense gracias a las ventas al exterior y a los gastos en colones de estas empresas.
Sombras del crecimiento
Lo problemático de que sea el éxito del comercio exterior uno de los principales factores que bajan el tipo de cambio es que no todos estos sectores crecen por igual.
En el caso de las exportaciones, aunque el aumento se dio de manera más o menos generalizada, no fue equitativo: el régimen especial —compuesto principalmente por empresas transnacionales en zonas francas— registró un incremento más importante que el del régimen definitivo, donde se encuentran las actividades más tradicionales como las agrícolas. Esta diferencia es de un 23,% contra un 4,64%.
Esto es parte de una transformación económica que se ha dado con más fuerza en los últimos años y que le ha restado participación al sector agrícola para sumárselo al de servicios especializados (los servicios financieros y la manufactura de dispositivos médicos son dos de las actividades que lideran el crecimiento, por poner ejemplos).
“Pensando en los sectores exportadores del régimen definitivo que no les está yendo muy bien en ventas, pues van a ser muy afectados por lo que les esté pasando a otros sectores que sí les está yendo bien, esa es la preocupación”, dice el director del IICE. Esto porque tienen menos control sobre su propio destino.
Acón menciona que en el turismo sucede algo similar: no todos se recuperaron de la misma forma y pareciera que gran parte de la mejora se dió en “hoteles de alto nivel”.
También hay que tomar en cuenta que los crecimientos que se mencionaron anteriormente para ambos sectores están medidos en dólares, así que esos incrementos podrían haberse borrado por los gastos operativos en colones. En otras palabras: para que la afectación no haya sido tan fuerte el crecimiento de sus ventas tuvo que haber sido mayor a la caída en el tipo de cambio y no todas las empresas tuvieron ese margen.
“Si tenemos 7% más de turistas que en 2019, pero ingresos de 20% menos por tipo de cambio, entonces es como si nos visitaran menos”, dice Acón.
Menor impacto cambiario
La “ventaja” que podría traer este 2024 es que ya el efecto cambiario se dio. No es realista esperar que el precio del dólar volverá a caer en la misma magnitud. En ese sentido, el crecimiento en ventas no se vería tan difuminado por un tipo de cambio bajo.
Además, aunque todavía hay precios relativamente altos, gran parte del problema inflacionario se corrigió y la expectativa es que pronto bajen las tasas de interés todavía más, lo cual haría un terreno menos hostil para el empresariado. Por supuesto, hay otros factores que podrían empantanar el camino, como el deterioro de la imagen del país, —principalmente en temas de criminalidad e institucionalidad— pero en líneas generales debería tratarse de un año menos traumático que los de la pandemia y el 2022.
“Si uno llega en serio a revisar las cifras, algunas empresas van a darse cuenta que recuperarán un poquito de espacio competitivo porque el transporte marítimo está más barato, porque el precio de las materias primas, la inflación doméstica y los precios al productor industrial también han caído, entonces eso recupera un poco el margen de ganancia”, explica Arce.
A Pérez, por su parte, le preocupa que el crecimiento del sector exportador haya sido circunstancial y que la industria sufra en el mediano y largo plazo de un tipo de cambio bajo en medio de una menor posibilidad de expansión.
“Un crecimiento en las ventas nos podría ayudar, sin embargo creo que ya estamos en el tope de las máximas de crecimiento. Donde sí veríamos atractivo, pero no para las industrias que están actualmente, es que podamos entrar en el tema de los semiconductores y que eso genere más empleo, pero sobre las industrias actuales veo difícil crecimientos fuertes a menos de que podamos compensar con mayor producción local”, agrega Pérez.
De momento, y a falta de que haya un cambio significativo en las políticas cambiarias o en los precios internacionales, parece que es poco lo que pueden hacer las industrias dolarizadas ante un tipo de cambio que deja ganadores y perdedores en el camino.