La estimación de crecimiento económico para este año es de 3,9% y aunque es menor que la del año anterior cuando se reportó 5%, lo cierto es que la economía costarricense crecerá más que la del resto de la región.
La producción regional se expandirá un 1,6% en el 2024 y la tasa será más baja en comparación con todas las demás regiones del mundo e insuficientes para impulsar la prosperidad.
Muchos hogares se encuentran bajo presión debido a que las transferencias sociales están disminuyendo y los salarios aún no se han recuperado a los niveles de prepandemia.
"El bajo nivel de crecimiento, de manera sostenida, no es sólo una estadística económica sino una barrera para el desarrollo. Se traduce en servicios públicos reducidos, menos oportunidades de empleo, salarios deprimidos y mayor pobreza y desigualdad. Cuando las economías se estancan, el potencial de su gente se ve limitado. Debemos actuar con decisión para ayudar a América Latina y el Caribe a romper con este ciclo", dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
Los factores detrás de estas cifras incluyen bajos niveles de inversión y consumo interno, altas tasas de interés y elevados déficits fiscales, la caída de los precios de las materias primas y la incertidumbre en las perspectivas de socios importantes como Estados Unidos, China, Europa y otros países del G7. Un escenario global adverso, marcado por tensiones geopolíticas, interrupciones en el transporte a través del Canal de Suez y el fenómeno de El Niño, podría perjudicar aún más las perspectivas regionales.
Fomentar la competencia es fundamental para reactivar la economía y recuperar la confianza de los inversores.
Actualmente, la región enfrenta niveles bajos de competencia, lo que limita la innovación y la productividad empresarial, así como afecta negativamente a los consumidores.