En el primer trimestre del 2023 el país vivó un fenómeno atípico: su Producto Interno Bruto (PIB) creció en un 4,9% —muy por encima de la región—, pero los ingresos tributarios que registró el Ministerio de Hacienda decrecieron en un 5,1%. Es decir, la mayor productividad costarricense no se tradujo en más recursos para las arcas del Estado, sino, por el contrario, en menos.
Esto no pareciera ser un buen augurio cuando se proyecta una desaceleración económica para lo que resta del año, particularmente en el consumo de los hogares, uno de los gastos que más mueven la economía nacional.
¿Qué dicen los números?
En lo acumulado al primer trimestre del 2024 los ingresos totales (impuestos y transferencias entre otros) que percibió Hacienda decrecieron en un 3,6%. Esta caída se explica principalmente por la disminución de los tributos, los cuales presentaron una contracción del 5,1%.
Si desagregamos todavía más la información nos topamos con un culpable más claro: los impuestos a los ingresos y utilidades, lo que se conoce comúnmente como renta, rubro que se achicó considerablemente en un 12,1%, particularmente en las personas jurídicas (-21,6%).
Lo curioso es que no solo es una contracción en comparación con el primer trimestre del 2023, sino también con el del 2022: -0,86% en los ingresos tributarios y -9,29% en los impuestos a los ingresos y utilidades respecto a hace dos años.
A grandes rasgos, esto lo que indica es que las empresas costarricenses generaron menos ganancias (-21,6%) en estos primeros tres meses en comparación con el mismo periodo de los últimos dos años. No es sorpresa que en el último año los índices de confianza empresarial se hayan estancado.
En el caso de la renta reportada por las personas físicas, esta tuvo una variación positiva de 1,3%, pero dicho incremento fue insuficiente para mover la aguja del total al segmento positivo.
Este no es el único tributo que cae, el Impuesto al Valor Agregado (IVA) también se redujo, pero a un menor grado: -1,5%. El IVA y la renta suelen ser dos indicadores importantes de cómo camina la economía porque reflejan el consumo interno y la actividad empresarial. Por ende, su caída suele ser síntoma de desaceleración, aunque hay otros factores que podrían explicarlo, los cuales veremos más adelante.
Entre el impuesto de renta y el IVA se suma un 73% de la composición de los ingresos tributarios.
Además, este no es un fenómeno que afecte únicamente al primer trimestre del año. En todo el 2023 los ingresos tributarios desaceleraron fuertemente: pasaron de crecer en 2022 en un 13,4% a apenas un 1,8%.
¿Por qué caen los ingresos?
Es difícil señalar un único culpable o solo una razón, lo más probable es que sea la combinación de varios factores.
Para comenzar, es común que haya una desaceleración de los ingresos después de una reforma fiscal. Esto se debe a que en los años inmediatamente posteriores a la reforma se tiende a dar un crecimiento importante debido a los nuevos tributos (por ejemplo, cuando entró a regir el IVA), sin embargo, ese efecto se aplana con el tiempo ya que la base con la que se calcula la variación interanual es más alta.
A ese desgaste natural de la reforma, Daniel Ortiz, economista y director de Cefsa, agrega que es posible que con el tiempo algunas personas empiezan a encontrar portillos para evadir o diluir el pago de sus obligaciones, lo cual podría estar jugando un papel.
No obstante, estos dos elementos por sí solos no podrían explicar toda la caída tributaria, pero es probable que sí aporten.
En cambio, hay tres factores que podrían tener más peso: inflación, dualidad de regímenes y tipo de cambio. Vamos uno por uno:
Inflación
En 2023 la inflación fue más alta que lo que va de este año. Esto significa que, en general, la base de precios que se utilizó para calcular los impuestos fue mayor y, por ende, subió la probabilidad de que los ingresos tributarios fueran más altos en dicho año.
Ortiz considera que este fenómeno podría alargarse en caso de que la deflación continúe por más tiempo del esperado, no solo por lo explicado anteriormente, sino por los efectos que tiene un ciclo deflacionario sobre las expectativas de consumo.
“Si las personas están esperando que los precios sigan cayendo, pueden posponer un poco su consumo y su inversión de hoy. Si se demandan menos bienes, se producen menos bienes, se contratan menos personas y, por ende, se termina recaudando menos tributos”, explica el economista.
Diferencia entre regímenes
En Costa Rica hay dos motores de la economía: el Régimen Especial (RE), compuesto principalmente por empresas de capital extranjero dentro de las zonas francas, y el Régimen Definitivo (RD), el cual incluye al resto de la economía, en su mayoría empresas locales.
En los últimos años se ha dado un crecimiento mucho más fuerte en RE en comparación el RD. Con datos a marzo del Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), el especial creció en un 9,4% interanual, mientras que el definitivo en un 3,6%. En un punto del 2023 la diferencia entre ambos regímenes llegó a ser hasta de 20 puntos porcentuales.
El problema, por lo menos en lo que en recaudación se refiere, es que las empresas en zonas francas están exentas —salvo algunas salvedades por duración— del pago de renta, —además de otros impuestos—, lo cual hace que su crecimiento no se vea reflejado en los ingresos por ese tributo.
“La política que ha escogido el país, que es crecer por el lado de zonas francas, tiene un impacto positivo en otros lados, pero no necesariamente en renta”, explica Elian Villegas, exministro de Hacienda.
Esto no significa que haya que satanizar el régimen. La teoría dice que aunque no aporte por renta, sí lo hace por medio de otros encadenamientos como más empleo y mejores salarios, lo cual debería traducirse en mayor consumo y más ingresos por IVA, propiedades, vehículos, etcétera. No obstante, por lo menos en este primer trimestre, pareciera que ese efecto no se ha dado con fuerza.
Por otro lado, el régimen definitivo sí paga renta, pero ha crecido a una menor tasa. Además, carga con el peso de la mayor parte de la economía: tiende a representar poco más de un 80% del PIB.
“Si esas empresas (del RD) crecen muy despacio o no crecen del todo, pues eso se refleja también en una menor recaudación”, dice Ortiz.
Tipo de cambio
El otro gran componente de esa dualidad entre crecimiento del PIB y caída en los ingresos tributarios es el tipo de cambio.
La caída en el precio de la divisa causa que las empresas que están más dolarizadas, especialmente las vinculadas con el comercio exterior, tengan que descontar las pérdidas por diferencial cambiario, lo cual disminuye la base imponible. Cuanto más gastos tengan en la moneda nacional, más fuerte se hace dicho efecto, ya que disponen de menos colones por cada dólar que ingresa.
Esto hace que el tipo de cambio se pueda comer parte del crecimiento. Por ejemplo, un dólar que bajó en un 7% puede que borre el incremento de un 4% en producción que tuvo una empresa exportadora.
“El sector agroexportador es un sector que puede haberse visto muy afectado en una situación de estas, donde los dólares que le están ingresando son muchos menos colones y eso, evidentemente, termina afectando de forma importante todo lo que tiene que ver con la utilidad”, menciona Villegas.
Esto impacta no solo a las rentas de las empresas, sino a los mismos asalariados. Si una empresa paga sus salarios en dólares —como es posible que suceda en zonas francas, por ejemplo—, puede que la persona consuma menos o que sus ingresos caigan en una escalera de renta más baja por diferencial cambiario.
Ortiz menciona que el efecto de la caída del tipo de cambio de 2023 también se traslada hacia este año, ya que las empresas que tributaron menos el año pasado por diferencial cambiario tendrán una base más baja para el actual periodo.
“Los adelantos de renta se calculan con base en la renta que se tributó en el 2023, entonces quiere decir que va a haber un periodo donde los adelantos van a ser menores (...), la caída del tipo de cambio no solo afecta al sector exportador, también uno de los más afectados es el Ministerio de Hacienda, que recibe menos ingresos”, agrega el director de Cefsa.
Entre marzo del 2023 y marzo del 2024, el precio del dólar cayó en un 7,2%, mientras que en todo el año pasado la disminución fue de un 12%.
¿La caída podría prolongarse?
La matemática simple dice que sí. Si se proyecta que el primer trimestre del año va a ser el de mayor crecimiento de este 2024 y aún así la recaudación cayó, es esperable que los ingresos tributarios no mejoren para los tres trimestres restantes.
Según las proyecciones del Banco Central de Costa Rica, este año terminará con un crecimiento interanual del PIB del 3,8%, una desaceleración en comparación con el 2023 (5,1%) y el primer trimestre del año (4,9%).
Una buena parte de esa reducción se dará en el consumo de los hogares, un rubro que carga con gran peso dentro del gasto de los costarricenses y, consecuentemente, en los ingresos que recibe el Estado.
Las proyecciones del BCCR indican que este rubro pasará de crecer de un 5% a un 2,6%. “Eso significa que si en el primer trimestre ya creciste en un 5%, el resto de trimestres tenés que crecer bastante menos para que en el agregado anual de ese 2,6%”, explica Ortiz.
No obstante, Villegas menciona que una menor producción no necesariamente se va a ver reflejada en todavía menos ingresos tributarios, aunque es posible. Esto lo dice porque hay fuerzas que podrían revertirse, como una subida en el tipo de cambio —solo en mayo aumentó ¢22—, una mayor inflación y el aumento de la inversión extranjera.
“Yo diría que no es tan automático como pensar en que si se consume un poquito menos los impuestos van a ir para abajo. Hay que ver otras cosas, por ejemplo, la dinámica que está teniendo la inversión extranjera en Guanacaste, donde se está comportando de una forma bastante agresiva todo lo que es el sector inmobiliario. Eso genera ingresos importantes, no solo a nivel de gobierno, sino también a nivel de las municipalidades y eso tiene un impacto importante en la construcción, que a su vez va a empezar a jalar el IVA hacia arriba”, menciona.
¿Es preocupante la caída?
En líneas generales no debería pasar desapercibido que un buen crecimiento del PIB no se traduzca en mayores ingresos para Hacienda, en especial cuando se está trabajando para reducir el déficit fiscal al mismo tiempo que creció ligeramente el gasto corriente del Gobierno Central (1,4%).
Esto significa que hay algo que no está haciendo click en el encadenamiento económico. “Los ingresos tributarios tienden a crecer más o menos similar, o incluso a veces por encima, de lo que es el crecimiento real de la economía, entonces uno pensaría que los indicadores fiscales están reflejando la dualidad de la economía de Costa Rica y el fuerte cambio en las variables financieras (inflación y tipo de cambio)”, menciona Ortiz.
Villegas considera que a Hacienda debería preocuparle un primer trimestre de contracción, ya que había sido un cuarto de año relativamente bueno desde el 2021.
“Es un trimestre que normalmente favorece a Hacienda. Hay que recordar que tenemos el último trimestre del año que suele ser terrible, hay un gasto enorme y además está el hueco que le dejó la rebaja del marchamo. Entonces sí es importante ver cómo compensará en los trimestres dos y tres para generar equilibrio al no quedar tan bien parado en la primera parte del año”, considera Villegas.
En los primeros tres meses de este 2024 se logró acumular nuevamente un superávit primario, lo que quiere decir que los ingresos fueron mayores a sus gastos, excluyendo el pago de intereses. Sin embargo, la caída en los ingresos tributarios contribuyó a que dicho superávit se redujera ligeramente: de un 1% a un 0,7%.
De momento, las cifras de Hacienda siguen siendo superiores a la época previa a la reforma fiscal, en especial con la prolongación del superávit primario, pero si la desaceleración económica se traduce en todavía menos ingresos ese será un hito más difícil de mantener.